
Como abogado presente en Rumania desde 2005 he tenido la oportunidad de conocer la llegada de la inversión directa de la empresa española al país. En el periodo anterior a la crisis financiera del 2008 mi actividad se concentró principalmente al asesoramiento en la creación y gestión de las empresas a través de las que se canalizaba la inversión; así como, participando en el proceso de adquisición de terrenos y compraventa de viviendas.
Tras la crisis, la nueva realidad empujó a los empresarios presentes en Rumanía a reconsiderar el objeto de sus inversiones. Durante este periodo, mi actividad fue la de asesorar a lo empresarios para la adopción de medidas de conservación o liquidación de patrimonio. Dentro de este proceso conocí además numerosas situaciones en la que se consideró exigir responsabilidades a los administradores por su gestión frente de sociedades. Casí de forma paralela, surgió la necesidad de ofrecer asesoramiento en el curso de procedimientos concursales. Este ámbito de actividad ha constituido desde entonces una parte esencial de mi actividad, y es quizás a la que más tiempo y esfuerzos he dedicado.
La repesentación de mis clientes ha venido acompañada por la necesidad de mi presencia ante los tribunales de justicia de Rumanía. Actividad que realizó con asiduidad y desemboltura. No obstante, desde un principio he entendido el ejercicio de mi actividad profesional en Rumanía en estrecha colaboración con abogados locales, de los que solicito que desde su posición y conocimientos respalden el rigor y el alcance de mi actuación.
En estos años de actividad pienso he sabido dar prueba de haber realizado una válida labor de asesoramiento, ejercida siempre de forma prudente y con rigor, así como, una gestión mayormente positiva en favor de los intereses por mi representados. Personalmente creo ofrecer al empresario español la seguridad y confianza que necesita para actuar con libertad y garantías dentro del mercado rumano.